Cuando tu Barbie se vuelve rarita. Intervención sobre un cuento de Cortázar

Pensá en esto: cuando te regalan una Barbie te regalan un pequeño universo florido, un laberinto de rosas, un purgatorio de aire. No te dan solamente la Barbie, que los cumplas muy feliz y esperamos que la cuides porque es de buena marca, importada y con ropa de verdad, no te regalan solo una mujer en miniatura para que imites su belleza, sus ambiciones profesionales y su eterna disponibilidad. Te regalan –no lo saben, lo terrible es que no lo saben–, un nuevo y brillante pedazo de vos mismx, algo que no es tu cuerpo pero es tuyo y que se puede explorar, armar y desarmar, pensar y repensar hasta que la cara se convierta en un lienzo, el torso en una granada, las piernas en un par de serpientes cascabel. Te regalan la posibilidad de cambiar todos los días, la obligación de entender al cuerpo como un proceso o una elección; te regalan la obsesión de descubrir los límites del plástico ABS y el polivinilideno cuando se exponen a la lluvia, al cloro, a los rayos del sol o a cualquier condición que tu imaginación pueda generar. Te regalan la posibilidad de equivocarte, de entender que el pelo cortado no crece y que el mecanismo del brazo no va a volver a funcionar, te regalan la sabiduría que allana el camino para las próximas equivocaciones. Te regalan la seguridad de que tu Barbie no es mejor que otras, ni siquiera su mejor versión, sino el resultado de un juego, y te invita a olvidarte de la idea de perfección de Barbie y de vos mismx. Te enseña, de una vez y para siempre, las expectativas de los demás, la gratitud esperada ante un regalo, la valoración del cuidado extremo por sobre el juego experimental, la imposibilidad de pensar fuera de la caja, de esa cajita rosa y florida y plástica de Mattel. No te regalan la Barbie, vos sos lx regaladx, es tu cara lo que se refleja en ese espejo distorsionado.

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Malena Saenz
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Malena es una de las voces del pódcast Cine Club Princesas.

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