Preludio
Con un precioso atuendo veraniego, su cabello cano y una sonrisa entusiasta nos recibió Eva Hamamé el día en que concretamos esta entrevista que presentamos a continuación. Una entrevista que realmente fue doble, ya que constó de una parte escrita y otra oral a petición de la misma entrevistada.
A través de Zoom meeting tuvimos la oportunidad de conversar con la doctora Hamamé durante cerca de dos horas y media. Un tiempo largo que se sintió breve dada la calidad de la conversación, las preguntas extra que surgieron durante el diálogo y otros comentarios que hicieron de la entrevista, más bien, un café-mate hablado.
La idea de entrevistar a Eva surgió a raíz del exitoso VI Congreso Latinoamericano de Glotopolítica, desarrollado en Chile durante los días 30 de septiembre, 1 y 2 de octubre, y donde parte de nuestra comunidad indisciplinada tuvo la oportunidad de conocer a la entrevistada. Eva Hamamé, quien aceptó junto a su equipo del Núcleo Lenguaje y Política el desafío de organizar la sexta versión de CLaGlo en la Universidad Diego Portales (UDP), se transformó pronto en un interés para nosotrxs, pues estaba en el centro de la organización de un evento que, según se pronosticaba, “movería” las fronteras disciplinarias de la glotopolítica. Esto debido a que quienes organizaban la nueva versión de CLaGlo tenían una estrecha relación con los marcos teóricos de la filosofía y la ciencia política, mas no con la lingüística o el área de lenguas y literatura a la que lxs hacedorxs de glotopolítica estamos acostumbradxs.
Durante los días que se celebró el congreso fuimos testigos del trabajo ejemplar realizado por parte de lxs miembrxs del Núcleo Lenguaje y Política, quienes nos hospedaron en su casa de estudios con mucho profesionalismo, atendiendo a cada detalle. Para nosotrxs fue una grata sorpresa encontrarnos con una versión de CLaGlo que retomara el ethos característico de los congresos anteriores, donde no solo el conocimiento de cada asistente ha sido fundamental para establecer discusiones significativas e interdisciplinares; sino también el afecto y la admiración mutua por quienes nos dedicamos a este arte del pensar y compartir las implicancias políticas y sociales del lenguaje.
Sin duda, posterior a este congreso nos surgieron más preguntas sobre la personalidad de Eva Hamamé, quien estaba detrás de todo esto. Ya no solo queríamos saber ¿Quién era Eva? o ¿Qué hacía? sino ¿Qué la mueve? o ¿Cómo es que teje esos vínculos intelectuales y afectivos tan significativos? Esos que la hacen ganadora de calificativos o frases como “Eva es la democracia con patas”, “Eva tiene algo místico, un talento que le permite reunir a la gente”, “Eva, ante todo, es una persona que cuida mucho”.
Estos comentarios de pasillo durante el congreso, más el interés por conocer la figura detrás de una instancia académica tan exitosa y de una mujer brillante en sus reflexiones en torno a la filosofía, la política y el lenguaje, son los acicates para realizar esta entrevista. Gesto que es, además, la excusa perfecta para conocerla, porque ¿Qué es la vida académica sino ese placer de conectar con otrxs sin otro fin que el mero placer de conocernos?
De hecho, en esta entrevista coincidimos en la idea de que el acto de reunirnos es el conocimiento en sí mismo. Esa escritura que vamos articulando de manera orgánica y colectiva al compartir el saber es, finalmente, la construcción de realidad de la que tanto se habla y de la que nacen las ideas de los congresos, los títulos de libros, la vida universitaria y académica, así como la pasión que nos mueve como personas que trabajamos las ciencias humanas.
En este sentido, la presente entrevista ofrece no solo una oportunidad para conocer a la doctora en filosofía Eva Hamamé, profesora titular de la Universidad Diego Portales e investigadora en el Núcleo Lenguaje y Política, sino también para descubrir a una mujer entrañable, a una pensadora en constante desarrollo y a una persona que, generosamente, cuida y nutre a través de la enseñanza y el compartir de sus ideas.
A lo largo de esta entrevista, encontrarán respuestas a preguntas formuladas por escrito a la doctora Hamamé, intercaladas con comentarios o reflexiones de quienes hemos participado en la entrevista oral. Estas apreciaciones sobre la conversación —que encontrarán en los pies de página— buscan enriquecer las respuestas originales, reflejando cómo los temas se desarrollaron de manera más profunda durante nuestra interacción.
Para finalizar este preludio, agradecemos mucho a Eva por abrir la posibilidad de filosofar juntxs. Por su capacidad de comunicación, empatía y disposición para compartir sus saberes con nosotrxs, y por los consejos que nos deja a las comunidades académicas jóvenes con el fin de seguir cuestionando las fronteras disciplinarias, impulsar el diálogo entre diversas perspectivas y construir espacios de conocimiento más plurales y transformadores. Su generosidad intelectual y su compromiso con la reflexión crítica han sido una fuente de inspiración para nosotrxs y para quienes, como ella, buscan transformar la academia desde sus propios principios y prácticas.
Entrevista
Eva, ¿podrías contarnos sobre tu formación académica y cómo esta ha influido en tu interés por explorar la relación entre el lenguaje y la política?
Partiré de un poco más atrás: Desde que recuerdo, desde que tengo conciencia, siempre he estado fascinada por el lenguaje. Cuando aprendí a leer sentí literalmente que el mundo se abría ante mí. Fue una epifanía y una alegría increíble. Hoy puedo decir que fue un sentimiento de expansión ilimitada, que me emocionó profunda y significativamente porque me sentí invitada a una aventura fantástica.
Para dar una imagen inolvidable, alguien, refiriéndose a mí, una vez dijo: “Ella ama tanto el lenguaje, que seguramente cuando era niña jugaba con las palabras en lugar de jugar con las muñecas”.
Cuando egresé del Liceo público (1974)1, ingresé a estudiar Arquitectura en la Universidad de Chile. Gracias a esa experiencia y a ese primer fracaso me di cuenta de que la creatividad que me movía era la del pensamiento, no la de hacer con las manos. Quería leer. Quería estar todo el día leyendo y escribiendo. Me di cuenta que no quería construir espacios públicos o privados para ser habitados por las personas. Lo que quería era formar personas que habitaran esos espacios. Anhelaba discutir con mucha gente sobre lo que nos cuentan los libros, ciertos libros. Quise entrar a literatura y volví a dar la prueba de selección universitaria, pero esta vez rendí una prueba de bachillerato. Era un plan piloto que estaba probando la U de Chile. Una prueba maravillosa, sin alternativas. Tenías que redactar, escribir analizando textos breves o responder una pregunta a partir de ciertas citas de autores, que conectaban conceptos e ideas. Lo pasé genial dando esa prueba y quedé seleccionada en primer lugar entre 600 postulantes. Mi primera opción era literatura y la segunda, filosofía. Ese verano, después de rendir la prueba, leí de pé a pá las Lecciones Preliminares de Filosofía, de Manuel García Morente y la Historia de la Literatura de unos autores que no recuerdo. Elegí entonces estudiar filosofía.
Me formé en la universidad de Chile: realicé la licenciatura en filosofía, luego me especialicé en docencia universitaria (a los 7 años de edad supe que quería enseñar) y finalmente -a los 47 años- inicié el doctorado en filosofía con mención en ética.
Además, tuve el privilegio de realizar la tesis de pregrado y la tesis doctoral con el profesor Humberto Giannini Íñiguez, filósofo chileno reconocido mundialmente, quien fue galardonado con el Premio Nacional de Humanidades en 1999. Durante la licenciatura, fui alumna del profesor Giannini en filosofía medieval y luego en un Seminario de grado sobre la tolerancia. Era ¡lejos! el mejor profesor de la carrera. Adoraba sus clases. El profesor promovía el diálogo y nos hacía volar entre las ideas. Y descubrí que teníamos algo en común: él también amaba el lenguaje e investigaba y escribía sobre ello.2
¿En qué momento o experiencia clave de tu trayectoria académica descubriste la intersección entre el lenguaje y la política? ¿Hubo algún hito que te llevó a considerar esta relación como fundamental en tu trabajo?
Mientras realizaba la tesis doctoral, el profesor Giannini me invitó a formar una alianza académica sobre el tema que yo estaba trabajando en la tesis. Formamos esta alianza académica con el Profesor Giannini y obtuve una beca en el doctorado. Esta beca consistía en ser su ayudante, y a partir de ello, formamos un equipo de investigación con mis ayudantes de las cátedras que dictaba en la UDP y un estudiante del magíster en filosofía de la Universidad de Chile. Fue así como ganamos nuestro primer fondo del Estado para investigar (Fondecyt de CONICYT3 ).
Para preparar ese proyecto, el Profesor me pidió que escribiera sobre un capítulo del libro Actos de Habla de John Searle. Fue así como llegué a J. L. Austin, cuyas intuiciones sobre el lenguaje me cautivaron y me guiaron a la revisión crítica de la teoría de los actos de habla realizada por Bourdieu (Benveniste), Ducrot y Todorov. Las lecturas de estos autores me permitieron por fin encontrar la vinculación teórica entre lenguaje y política.
Doce años después, mientras enseñaba y trabajaba con mis ayudantes: Sebastián, Cristóbal, Gabriel y Victoria Sarián, al discutir sobre los tópicos y autores de teoría política clásica y teoría política moderna, y al profundizar en la elaboración de sus tesis de pregrado, se hizo aún más evidente para nosotros la intersección (me gustó este término que usaron en la pregunta) entre lenguaje y política.
¿Cómo y por qué decidiste fundar el Núcleo Lenguaje y Política? ¿Cuál fue el objetivo principal detrás de su creación y cómo ha evolucionado desde entonces?
Hubo razones de dos tipos. La primera surge mientras fui parte del equipo directivo de la Escuela de Ciencia Política de la UDP (2014 a 2015 y 2015 a 2018), donde participaba de cada consejo de escuela y estaba todo el día en la universidad compartiendo con profesoras y profesores, estudiantes y personal administrativo de diversos niveles al interior de la universidad. En esas instancias me di cuenta, entre otras cosas, que la línea de teoría política necesitaba ser reforzada y valorada, tanto frente a los estudiantes como frente a los académicos. Esta fue una razón para formar el Núcleo Lenguaje y Política.
De forma casi simultánea, la razón que a mi juicio es la principal, fue el interés de este grupo de estudiantes y egresados de la Escuela de Ciencia Política de la UDP, quienes eran los más destacados de sus respectivas generaciones. Compartíamos el amor por la teoría política, nos gustaba leer, discutir sobre los autores y sus teorías, escribir e investigar. La mayoría eran ayudantes míos que estaban haciendo su tesina de pregrado en la línea de teoría política, instancia donde yo fungía como su profesora guía de tesis. El genuino interés y fervor que nos unía nos llevó a fundar el Núcleo Lenguaje y Política4.
Recientemente, el Núcleo Lenguaje y Política organizó el VI Congreso Latinoamericano de Glotopolítica ¿Cómo describirías la experiencia en general? ¿Hubo algún momento o aspecto que destaques como el más significativo o memorable del congreso?
Para mí lo más significativo fue cómo se dieron las interrelaciones humanas durante todo el congreso. Realmente, desde que estuve en la primera Escuela de Verano de Glotopolítica en Valparaíso el verano del 2023, me cautivó el grupo humano, la amistad, la complicidad, el cariño y la alegría que los unía. Ver este grupo de personas compartiendo con honestidad y rigor intelectual sus saberes, sus dudas, sus inquietudes, sus búsquedas, fue para mí encontrar el mismo espíritu, el mismo ethos que compartimos en el Núcleo Lenguaje y Política desde sus inicios.
Es memorable el grato ambiente de compañerismo y fraternidad que se dio entre las y los académicos al compartir sus saberes y reflexiones en el ágora —la plaza pública por excelencia que viene a ser un congreso— en la que todas y todos dimos y tomamos la palabra, escuchándonos activamente y aprendiendo unas y unos de los demás.
También considero memorable y tremendamente enriquecedor el entrecruce y diálogo de perspectivas disciplinarias diferentes para aproximarse a temas en los que el lenguaje y la política aparecen como claves que posibilitan una compleja y profunda comprensión de problemáticas realmente diversas.
En su libro “Qual Política Linguística?”, Xoán Carlos Lagares habla sobre cómo la glotopolítica busca construir una sociolingüística que, más que interdisciplinar, sea indisciplinar. Desde tu experiencia personal y profesional, ¿Cómo interpretás esta afirmación? ¿Qué implica en la práctica para el trabajo que realizan en el Núcleo y en el Congreso?
Según investigué, los académicos franceses Jean-Baptiste Marcellesi y Louis Guespin introdujeron el concepto “glotopolítica” («Por la glotopolítica», 1984) argumentando la necesidad de utilizar un término que integrara tanto la lengua como el habla y que además englobara “todos los hechos del lenguaje donde la acción de la sociedad reviste la forma de lo político”.
Conocí el término glotopolítica por boca de José del Valle, quien —con el buen humor que lo caracteriza— dijo una vez que era el término más feo que podían hallar y que eso era intencional. Para mí, tal como expresé durante el congreso, la maravilla de la glotopolítica es que, así como la han llevado hasta ahora, se traduce en una invitación a compartir desde distintas disciplinas y hacia diversos objetos de análisis, esta intersección entre lenguaje y política como claves de la investigación. En la invitación al congreso usé el término interdisciplinar, para referirme a la experiencia que estábamos convocando.
Investigué a Xoán Carlos Lagares, pero solo encontré su libro en portugués. Así que no logré saber a qué se refería con el término ‘indisciplinar’. De modo que fui al diccionario y supuse que se refiere a quebrantar las disciplinas, o dicho en mis palabras: a rebelarse contra la segmentación disciplinar al llevar adelante estudios desde este enfoque que es la glotopolítica.
Pero ¿Acaso, cuando se reúnen interlocutores que han sido formados en distintas disciplinas para observar tópicos desde la intersección entre lenguaje y política, no estamos entramos en un campo denominado interdisciplina?
El hecho de dialogar, escucharnos, hacernos preguntas y reflexionar juntos, saliéndonos de los marcos de nuestras disciplinas y abriéndonos a otras en las que no somos ni seremos nunca expertos, pero que, sin embargo, enriquecen nuestra comprensión y nuestra mirada de los fenómenos sobre los que reflexionamos, ¿No es acaso eso el ejercicio de la interdisciplinariedad? Quiero decir, francamente: la interdisciplinariedad como ejercicio de compartir conocimiento y reflexionar en comunidad, ¿No es en sí misma una forma de indisciplina? ¿No es quebrar los estrechos marcos, los márgenes, las fronteras que separan artificiosamente las diversas disciplinas?5
Pensando en la necesidad de cuestionar las fronteras disciplinarias desde la glotopolítica, ¿Cómo crees que esta perspectiva de estudios puede enriquecer otras áreas del conocimiento? ¿De qué manera es posible traducir la teoría de la glotopolítica a prácticas concretas en diferentes contextos?
Entiendo la glotopolítica como una perspectiva para investigar y reflexionar, que puede ser utilizada por disciplinas humanistas y sociales, incluso por economistas. Entendida así, en efecto la glotopolítica enriquece sustancialmente cada una de estas áreas y enfoques de estudio. No se trata de que nos volvamos expertos en glotopolítica, porque eso involucraría saberes que superan la expertise de quienes no tienen formación lingüística. Se trata, más bien —a mi juicio— que desde cualquier disciplina distinta de la lingüística es posible estudiar “las intervenciones en el espacio público del lenguaje y de las ideologías lingüísticas que tales intervenciones activan” (Del Valle, José, La lengua, ¿patria común? Ideas e ideologías del español).
Así, desde la teoría política, por dar un ejemplo, se puede usar la perspectiva glotopolítica, haciéndola dialogar con el análisis conceptual o político-teórico, a fin de asociar esas intervenciones o discursos con posiciones sociales e identificando cómo participan al instituir, reproducir o transformar las entidades políticas, las relaciones sociales y las estructuras de poder, en diversos ámbitos (local, nacional, regional o mundial). (Cf.: Del Valle, José, La lengua, ¿patria común? Ideas e ideologías del español.)
En síntesis, creo que habría que hacer dialogar la glotopolítica con las perspectivas que cada disciplina usa habitualmente, para lograr así un análisis más profundo y preciso de los temas que dicen relación con las intervenciones o discursos públicos, y sus consecuencias en las vidas concretas de las personas de un país, una región o el mundo, así como en las transformaciones del orden socio-político que dichas intervenciones involucran.6
En tu experiencia, ¿Cuáles crees que son los principales desafíos para construir comunidades académicas, especialmente en el campo de las humanidades? Y en un sentido más específico ¿Cómo crees que el género influye en las dinámicas de trabajo académico y/o en el reconocimiento y difusión de las contribuciones de mujeres y personas disidentes?
Hay desafíos de distinta índole para construir comunidades académicas en el campo de las humanidades y de las ciencias sociales, diría yo:
1) El desafío básico y primordial refiere a las condiciones materiales necesarias para crear espacios en el que sea posible investigar, debatir y reflexionar con tiempo protegido. Denomino tiempo protegido al tiempo que concretamente usamos en estas actividades académicas, que debieran contar con fondos para la subsistencia material de quienes las realizan.
2) El segundo desafío, creo yo, es atreverse a estar incómodos dialogando, investigando y escribiendo con académicas y académicos que tienen formación en distintas disciplinas. Digámoslo así: la incomodidad surge del hecho de sentirse ignorante sobre algún tópico, sabiendo que la caja de herramientas y el bagaje conceptual y teórico no es homogéneo en esta comunidad indisciplinar, y que en ello estriba precisamente su riqueza. También, la incomodidad surge de la necesidad de confiar en la expertise y en el rigor de esos otros y otras que provienen de formaciones que no son nuestro campo de estudio.
3) El tercer desafío es lograr una disposición a valorar la pluralidad de saberes y expertises, considerando que enriquece, complementa, profundiza y matiza cualquier estudio.7
4) Esto nos lleva a la segunda pregunta contenida en este ítem, a saber: ¿Cómo crees que el género influye en las dinámicas de trabajo académico y/o en el reconocimiento y difusión de las contribuciones de mujeres y personas disidentes? Partiendo del concepto de pluralidad y el tremendo valor que ella posee, parece evidente que la integración de personas de diversos géneros dentro de una comunidad académica, contribuye de sobremanera a ampliar los marcos de referencia, enriqueciendo las miradas sobre cualquier objeto de estudio.
En el largo periplo que como humanidad hemos recorrido para lograr la aceptación de la diversidad de géneros, al parecer en este preciso momento estamos aun intentando materializar —a través de la paridad y de la discriminación positiva— una visibilización que posibilite el reconocimiento y la difusión de las contribuciones no solo de las mujeres, sino también de los otros géneros que hoy podemos identificar y que fueron ignorados y despreciados durante centurias. Este es un primer paso que parece necesario mantener, hasta que ya sea parte de un estándar globalmente aceptado.
Si pudieras darnos un consejo (de cualquier tipo) a nosotrxs como comunidad “Indisciplinadxs” o como comunidad de “trabajadoras o trabajadorxs del lenguaje”8 ¿Cuál sería?
Aquí voy a citar la idea con la que termino mi tesis doctoral: al investigar es fundamental mantener siempre un cable a tierra.
Mi “recomendación es volver la mirada al lenguaje cotidiano, lenguaje que incluso los investigadores y hasta los filósofos ocupamos en el tráfago de la vida cotidiana. Recordar siempre que los hechos ya son la teoría. Volver la mirada cada cierto tiempo prudente al lenguaje cotidiano. Es un cable a tierra por excelencia, y nuestro mejor aliado para verificar si nuestros pensamientos no nos han llevado a Marte o Júpiter.”
Lo otro que para mí ha sido clave es promover relaciones democráticas al interior del Núcleo Lenguaje y Política. Fue Fortunato quien me hizo ver esto cuando dijo: “¡Eva es la democracia con patas!”. La institución “universidad” es claramente jerárquica. Esa jerarquía sostiene a la universidad, del mismo modo que la esclavitud sostenía la democracia directa ateniense de Pericles. Y tal vez eso funcione para el pregrado. Pero, incluso en las aulas de pregrado, esta jerarquía no funciona al compartir reflexiones o conocimiento. Quiero decir: nos dirigimos y desafiamos la inteligencia de nuestras y nuestros estudiantes, y en eso creo que hay que partir, como ya lo descubrió Freire: respetando sus inteligencias. Es decir, simetrizando en este punto la relación. Hasta que llega el momento de evaluar, porque ahí claramente se vuelve jerárquica. Reglas y evaluaciones no son democráticas en el sentido en que tengamos que ponernos de acuerdo. Lo son solamente en cuanto son equitativas: se aplican para todos y todas por igual, equiparando algunas diferencias. Pero la relación académica, es necesariamente simétrica en el sentido que ya expliqué.
Una vez que tus estudiantes pasan a ser tus ayudantes, y de ahí para adelante, es decir, toda vez que te instalas en un proyecto con otros, creo que es razonable guiarse por reglas democráticas como lo hacían los atenienses: practicando la isegoría, igualdad en la toma de la palabra, en la discusión y en las decisiones; la isonomía, igualdad frente a las normas que como grupo o comunidad nos autoimponemos; y la isotimia, iguales posibilidades de asumir cargos y responsabilidades al interior de un grupo, como en mi caso lo es el Núcleo.
Vale recordar que estas reglas fueron fundantes de la gloriosa democracia que existió en Atenas el siglo V a C., al decir de Pericles (y de Hannah Arendt; y en contra de lo que dice Tucídides en su Historia de la Guerra del Peloponeso) que las reglas democráticas promueven la amistad, la creatividad, la flexibilidad, el respeto mutuo, y facilitan el logro de los objetivos que nos proponemos como comunidad académica.
Eva Hamamé Ahumada
Santiago de Chile, martes 3 de diciembre de 2024
- Eva nos cuenta al inicio de la entrevista que nació en Santiago de Chile pero que vivió varios años en Coronel, una comuna portuaria de la región del Biobío en Chile. Durante su crecimiento y ya en su formación en el liceo (la escuela secundaria), Eva vive tempranos acercamientos a la teoría maxista debido a que participaba en la Escuela Nacional Unificada (ENU). Un proyecto educativo que surgió en el gobierno de Salvador Allende en 1971 y al que Eva fue invitada por su profesor jefe del liceo. De esos tiempos ella guarda lindos recuerdos, pues fue a través de esa experiencia educativa y colectiva que ella comenzó a reflexionar sobre la educación, otro de sus intereses. [↩]
- Eva trabajó durante muchos años con Humberto Giannini, junto a quien co-escribió varios artículos. Aquí recomendamos el artículo “Una reflexión filosófica sobre la acción vinculante y el lenguaje” (2014). Texto que leímos y comentamos junto a algunas compañeras de Lingüística Feminista en una sesión del grupo de estudios “Filosofía Política del Lenguaje”, organizado por nuestras compañeras Denisse Gómez Retana y Victoria Furtado en The Graduate Center, CUNY. [↩]
- Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Chile). [↩]
- Durante la conversación de la pregunta tres, Silvia pregunta con curiosidad cuál fue la razón por la que seleccionaron la palabra “Núcleo” para conformarse como un grupo de investigación. A esto, Eva responde que pensar en el nombre fue una bonita instancia, ya que trajo el desafío de imaginar cómo sería el carácter del grupo. Nos cuenta que pasaron primero por la denominación “Centro de Estudios” de lenguaje y género, alternativa que fue rechazada por un comentario que le hizo un colega. Este colega apelaba a que la idea de “centro de estudios” se comprendía como algo grande y que además un centro requería dinero para ser conformado, y eso era lo que el núcleo en ese momento no tenía. De este modo, el colega en cuestión ofreció varias otras alternativas para el nombre y “núcleo” fue la palabra que finalmente agradó a todo el grupo. Esto por tratarse de un vocablo que evoca algo “pequeñito” pero “afiatado” y “comprometido”, y que además se relaciona con la idea de “energía”. Una energía oscilante que, según Eva, representa al grupo y su esencia. [↩]
- Al tocar este punto en la conversación, Eva plantea que hay que “revelarse ante la fragmentación disciplinar”. Según ella, reflexionar en comunidad y desde diferentes perspectivas expande el marco de conocimiento y lo complejiza, permitiendo una libertad al momento de estudiar fenómenos y comprender el mundo. [↩]
- [Cita por Eva Hamamé] Si comprendemos la glotopolítica como «las diversas formas en que una sociedad actúa sobre el lenguaje, sea o no consciente de ello: tanto sobre la lengua, cuando por ejemplo una sociedad legisla respecto de los estatutos recíprocos de la lengua oficial y las lenguas minoritarias; como sobre el habla, cuando reprime tal o cual uso en uno u otro; o sobre el discurso, cuando la escuela decide convertir en objeto de evaluación la producción de un determinado tipo de texto». (Marcellesi, JB y Louis Guespin. L. “Por la glotopolítica”, 1984). [↩]
- Frente a esto, Eva plantea que “un solo punto de vista es muy pobre”, lo cual menciona en relación no solo a la investigación, sino que en la vida en general. Por ello destaca la importancia de conocer otras miradas en el punto (4), donde expone que la pluralidad es lo que nos permite “formar pequeñas comunidades para abrirnos al mundo”. [↩]
- Villarroel, Natalia. (2022). Nosotras, las «trabajadoras del lenguaje». Reflexiones sobre el quehacer disciplinar y la perspectiva de género en el Círculo de Lingüística Feminista. En Dossier de Lingüística Feminista: Una experiencia indisciplinada. LL Journal, 17(1), 9-30 [↩]
Autorxs
Natalia Villarroel Torres (ella/she/her) es estudiante de doctorado en el Programa Latin American, Iberian, and Latino Cultures en la City University of New York (CUNY). Obtuvo su licenciatura en Lengua y Literatura Hispánica y su Máster en Lingüística en la Universidad de Chile entre 2011 y 2018. En 2019 Natalia completó un certificado en Educación Superior y Didáctica en la Universidad Central de Chile, mismo lugar en el que impartió cursos relacionados con educación, lenguaje y alfabetización desde enfoques sociolingüísticos.
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Natalia Villarroel Torreshttps://linguisticafeminista.com/author/nativt/
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Silvia es candidata a doctora en el Programa de Culturas Latinoamericanas, Ibéricas y Latinas en CUNY Graduate Center. Cursó el certificado en Interactive Technology and Pedagogy en la misma institución. Tiene una Maestría en Lingüística y un Bachillerato en Filología Española, ambos por la Universidad de Costa Rica. También se dedica a la narrativa visual y la ilustración.
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Silvia Rivera Alfarohttps://linguisticafeminista.com/author/silvia-riveralfaro/
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