Reflexiones sobre la ideología de género y el lenguaje inclusivo en El Salvador: perspectivas desde la formación docente

A principios de 2024, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, declaró públicamente que prohibía el uso del lenguaje inclusivo en las escuelas públicas, argumentando que se trataba de una “ideología de género” que iba en contra de la naturaleza, Dios y la familia. Este anuncio, respaldado luego por el Ministerio de Educación, generó una ola de polémica. En su discurso, Bukele sugirió que el lenguaje inclusivo era parte de un «plan premeditado para destruir futuras generaciones». Al escuchar estas declaraciones, me surgieron muchas preguntas. ¿Realmente entiende Bukele el impacto positivo que puede tener el lenguaje inclusivo en la construcción de una sociedad más igualitaria? ¿O está basando su rechazo en una visión distorsionada y conservadora?

Desde mi perspectiva, lo más preocupante de las palabras de Bukele no es solo la prohibición del lenguaje inclusivo, sino la forma en que lo asocia con una supuesta «agenda» para destruir a las futuras generaciones. Como estudiante, me he dado cuenta de que este tipo de posturas conservadoras a menudo están llenas de malentendidos y temores infundados. Es claro que Bukele está vinculado a una ideología conservadora que, en mi opinión, malinterpreta el propósito del lenguaje inclusivo. No se trata de imponer una ideología, se trata de reconocer a todas las personas y de promover la igualdad.

El lenguaje inclusivo no es un ataque a la «naturaleza» o a las «estructuras familiares», como lo plantea Bukele. Más bien, busca cuestionar y deconstruir un sistema lingüístico que ha sido históricamente exclusivo para el género masculino. La autora Yadira Calvo, en su libro De mujeres, palabras y alfileres, expone cómo el uso del masculino genérico en el lenguaje contribuye a la invisibilización de las mujeres, reforzando estereotipos de género que perpetúan la desigualdad. Calvo menciona que las mujeres «aprendemos a no ser nombradas» y a aceptar esa ausencia como algo natural. Es increíble cómo, a través de algo tan cotidiano como el uso de pronombres y sustantivos se sigue reproduciendo una idea de que lo masculino es lo normativo y lo femenino, lo excepcional. Como persona que ha estudiado el impacto del lenguaje en la sociedad, creo firmemente que el lenguaje inclusivo es una herramienta para desmantelar las estructuras de poder que han oprimido a ciertos grupos durante siglos. No puedo evitar sentir que el rechazo de Bukele a este tipo de lenguaje es, en el fondo, un rechazo al cambio social. 

Cuando Bukele sugiere que erradicar el lenguaje inclusivo es necesario para preservar a las futuras generaciones, lo que realmente está haciendo es reforzar un sistema que niega la posibilidad de una sociedad más equitativa. Al enseñar a los estudiantes que el uso del masculino genérico es correcto y suficiente, se sigue reforzando la invisibilización de una gran parte de la población que no es masculina. De este modo, se refuerza la idea de que solo existe un modo «correcto» de comunicarse y, por lo tanto, de existir en el mundo.

Me resulta frustrante que este tipo de decisiones se tomen sin tener en cuenta las consecuencias a largo plazo. Está claro que el currículo escolar debe incluir matemáticas y ciencias naturales, como lo menciona Bukele. Sin embargo, me pregunto por qué no se le da la misma importancia a cómo usamos el lenguaje y qué significados perpetuamos con él, ya que sin él no podríamos aprender las otras partes del curriculum. El lenguaje tiene un poder inmenso en la construcción de identidades y realidades, además el lenguaje no es algo estático, cambia constantemente y se adapta a las necesidades sociales. Al enseñar en las escuelas sobre el lenguaje inclusivo, se están dando las herramientas para cuestionar los roles de género tradicionales y para pensar en una sociedad más justa. Entonces, ¿por qué Bukele se aferra tanto a una forma de hablar que perpetúa la desigualdad de género? Desde mi punto de vista, su oposición es más ideológica que práctica, y no se basa en un entendimiento real de cómo el lenguaje puede ser una fuerza para el bien. 

El temor de Bukele de que el lenguaje inclusivo “destruya a las futuras generaciones” es infundado. No hay evidencia que sugiera que el uso de un lenguaje más inclusivo tenga consecuencias negativas para la sociedad. Al contrario, la promoción de un lenguaje más equitativo puede ayudar a combatir los estereotipos de género y fomentar un ambiente donde todas las identidades sean valoradas y respetadas. José Del Valle, en La política de la incomodidad, lo explica bien al decir que la gramática y el lenguaje son construcciones sociales, y que las reglas que seguimos no están aisladas de las dinámicas de poder que estructuran nuestra sociedad. Por tanto, el rechazo al lenguaje inclusivo no es más que una resistencia al cambio social y a la posibilidad de una mayor igualdad.

En lugar de temer al lenguaje inclusivo, deberíamos entenderlo como una herramienta para construir una sociedad más consciente y equitativa. No se trata solo de cambiar palabras; se trata de reconocer la importancia de la representación y de la igualdad en todos los aspectos de nuestra vida, incluyendo la forma en que nos comunicamos.  El rechazo de Bukele al lenguaje inclusivo parece basarse en una visión conservadora que se resiste a cualquier cosa que desafíe las normas tradicionales. Pero, ¿no es precisamente el papel de la educación enseñarnos a cuestionar y a reflexionar sobre esas normas?

En resumen, mi reflexión como estudiante es que Bukele, al prohibir el lenguaje inclusivo, está cerrando la puerta a una discusión crucial sobre cómo el lenguaje puede influir en nuestra percepción del mundo y en la perpetuación de desigualdades.  Creo firmemente que el lenguaje inclusivo es una herramienta importante para avanzar hacia una sociedad más equitativa y justa. Y, aunque entiendo que el cambio puede generar incomodidad, estoy convencida de que es necesario si queremos construir un futuro mejor para todes.

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Fotografia de Andrea Mendieta sonriendo
Andrea Mendieta
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Andrea Mendieta, estudiante de español en Lehman College con enfoque en la enseñanza secundaria. Planea continuar sus estudios de maestría en Lehman College para especializarse en la enseñanza del español.

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