Sesión 28. Conversando con Brigitte Vasallo sobre Lenguaje inclusivo y exclusión de clase

Nuevas integrantes. Para comenzar la sesión nos saludamos y dimos la bienvenida a las personas nuevas: Josh y Maia Milman. Maia fue invitada por Sofia Dem. Está haciendo su tesis de lingüística sobre lenguaje inclusivo. Josh fue invitado por Félix, trabaja con lenguaje inclusivo en el salón de clase de español como lengua adicional. 

Anuncios. Ernesto da paso a la sección de anuncios. Parte comentando los objetivos del próximo evento indisciplinado: la Primera Editatona Indisciplinada. Presenta al comité organizador y comparte en la pantalla la sección de la página web de la comunidad donde se encuentra la información y el programa de la editatona. Silvia complementa la información comentada por Ernesto, y recomienda la entrada de Paula Salerno sobre su primera experiencia editando Wikipedia. Aprovechan para felicitar a Yadira Calvo por su Doctorado Honoris Causa otorgado por la Universidad Nacional (Costa Rica) el pasado 24 de junio, al respecto nos invitan a leer la nota escrita por Lara Solórzano Damasceno y a escuchar la maravillosa conferencia dictada por Yadira en el evento. Silvia adicionalmente nos invita al lanzamiento del libro “Autorretrato de un idioma” que será el día 8 de julio próximo.

Luego, Silvia recapitula sobre nuestras sesiones para dar cuenta de cómo el lenguaje inclusivo ha sido un tema transversal en el Círculo. Esto es una parte de lo que hemos visto ya a raíz de otrxs autorxs y nuestras compañeras: sesión 2 con De mujeres, palabras y alfileres de Yadira Calvo; sesión 3 sobre ideologemas entorno a lenguaje inclusivo de Lidia Becker, sesión 5 cuando leímos la política de la incomodidad de José del Valle; sesión 7 donde pusimos en diálogo trabajos sobre lenguaje inclusivo como política lingüística de Victoria Furtado y Silvia Rivera Alfaro; sesión 8 sobre el concepto de higiene verbal y lo políticamente correcto en relación con lenguaje inclusivo; sesión 10, cuando retomamos aspectos de la historia en el uso de formas femeninas y otras manera de con Mercedes Bengoechea; sesión 11, donde retomamos las maneras de autoreferirse de la comunidad trans en Brasil con Rodrigo Borba y Ana Cristina Osterman; sesión 21 sobre traducción y lenguaje inclusivo con Mariana Fávila; y sesión 24 en la presentación sobre la manera de autorreferirse de las mujeres que participaron en la Guerra de Malvinas de Paula Salerno.

Presentación de Brigitte Vasallo. Ernesto realiza una lectura y comentario sobre el perfil profesional de Brigitte Vasallo y su trabajo, específicamente sobre su libro “Lenguaje inclusivo y exclusión de clase” (2021). Luego se abre el espacio para preguntas a modo de comenzar la discusión. 

Fotografía de Pol Galofre Molero - bajo licencia CC BY-SA 4.0

Lectura. Vasallo, Brigitte. (2021). Lenguaje inclusivo y exclusión de clase. Barcelona: Larousse.

Silvia lanza la pregunta inaugural: ¿cómo llega al tema, cómo llega al libro? Pregunta a Brigitte cómo llegó al tema. Vasallo afirma que llegó obligada por el tema de cómo se nos denomina con palabras -en su caso- como charnega y marimacho, que son palabras que terminan ofendiendo la gente. A la vez, habla de la dificultad de tener la posibilidad de nombrarse a sí misma. Menciona el concepto de “palabras ilegales”, que no nos dejan ni decírnoslas a nosotres mismas. 

Sobre el libro, cruza el tema con la clase social. Parte de su experiencia personal diciendo que no tiene estudios universitarios por provenir de una familia pobre. Se prometió escribir sobre el tema al tener la posibilidad política, la legitimidad para hacerlo. El formato de libro lo propuso la editorial, y coincidió con su deseo de dedicarle al menos un año al tema, a pensarlo. Por eso, plantea que el libro también ha sido una forma de reflexionar sobre el tema, una forma de ordenar sus ideas y poder aclararse. Señala que la escritura le permite aclarar intuiciones y aterrizar las ideas. Le sirve para revisitar ideas que también venían apareciendo en ensayos y otro tipo de texto, e incluso para refutarlas si no ve de la misma forma el tema, le permite afianzar las ideas. Así fue como surgió el libro.

Ernesto pregunta desde cuándo empezó para ella esta inquietud, es decir, de dónde nace la necesidad de hablar sobre este tema. Comenta que hemos visto que en la actualidad hay un torrente sobre el tema, sobre todo en algunos países más que otros, y pone de ejemplo a Argentina frente a Perú. Le pregunta cuándo empezó a sentir ella la mayor urgencia de hablar sobre esto. Brigitte responde que hablar sobre el lenguaje inclusivo y cruzarlo con la clase viene desde hace mucho tiempo, hace años, desde que era joven. Recuerda cuando “se puso de moda” la palabra performatividad y plantea lo problemático que le resulta también ese concepto, particularmente, le preocupaba cómo resultó casi obligatorio incluirlo en lo que se decía, en los textos. Para ella es preocupante ese tipo de imposiciones y sus implicaciones en términos de exclusión de clase, especialmente cuando son parte de los discursos políticos que se supone buscan mejorar las condiciones de vida de las personas. 

Sofia Dem toma la palabra y pregunta a Brigitte sobre las diferencias del uso, o de la problemática y las consecuencias que tiene la cuestión del lenguaje inclusivo en los diferentes lugares; le interesa la experiencia de Brigitte con el lenguaje inclusivo desde su propio entorno y también en relación con la movida neoconservadora y neofacista no solo con respecto a su uso, sino también con otras cuestiones de fondo. Brigitte se disculpa porque debido a la conexión podría haber perdido algunas palabras de la pregunta. Enseguida, comienza su respuesta planteando la necesidad de empezar por preguntarnos qué es el lenguaje inclusivo o qué se entiende cómo lenguaje inclusivo, pensando en que no está claro para ella si todes desde nuestros diferentes contextos lo estamos utilizando de la misma manera. Señala que si estamos hablando de la cuestión de género, lo que sucede en su contexto son dos cosas interesantes: primero, una resistencia de las instituciones de modificar el masculino genérico -es como el núcleo principal, señala-; no obstante, lo que a ella le interesa -o más bien su preocupación- es que entre las resistencias y las propuestas hay una suerte de “batalla” para buscar la fórmula perfecta para el lenguaje inclusivo. Considera que esa noción de “perfección” o “universalización” a través de una fórmula única es el problema: el problema de esto es esta noción de querer reemplazar el masculino genérico institucional. 

[Se cae la conexión de internet de Brigitte] Mientras esperamos, Ernesto trae a colación la importancia del libro para nuestra discusión. Lo califica como un libro necesario. Menciona particularmente una sección (cerca de la página 90-110), por la mirada adicional que nos trae al tema. Argumenta que refresca la discusión al cuestionarse sobre las cosas que hay detrás: 

Cita de Brigitte Vasallo. Dice: "Porque el sistema no es una forma, sino un método. El sistema no es la -o, como no es el masculino: el sistema es la universalización. Así, cualquier apuesta por decretar el lenguaje de género perfecto, el que nos incluirá a todo el mundo a través de una letra, redunda en todas las cuestiones de las que trata de huir."

En la misma línea del comentario de Ernesto, Silvia habla de la importancia del tema de la cuestión de clase. Para ella, en otros momentos cuando hemos hablado del lenguaje inclusivo y otros temas en el Círculo nos falta pensar en esa intersección y aspectos similares para poder avanzar más con el tema.

Yadira aprovecha para agradecernos por el obsequio, el libro de Brigitte, que le enviamos el día de la celebración de su doctorado honoris causa, y afirma que está muy agradecida con el grupo. Nos dice que hasta el momento no ha leído todo el libro, por lo cual sus observaciones son parciales. Particularmente, hace énfasis en la consideración de que el lenguaje inclusivo sobrepasa el asunto de clase porque la lengua la hablamos todas las personas y a todas las personas nos afecta. Retoma una sección donde Vasallo señala que cambiar la lengua podría cambiar poco; al contrario, para Yadira cambiar una palabra cambia la percepción de un fenómeno. Pone de ejemplo distintas formas de describir una borrachera y cómo esto cambia la percepción de cómo fue esa situación. Por eso, difiere un poco al respecto, pues para ella ahí es donde el lenguaje que se nos ha impuesto a las mujeres (no solo pensando en los genéricos) nos oculta, y varía para hombres y mujeres. Lara comenta en el chat que sus preguntas van en la misma línea. 

[Brigitte se reintegra a la sesión de zoom] Silvia propone la posibilidad de continuar con la idea que estaba desarrollando Vasallo sobre qué es lenguaje inclusivo. Brigitte retoma señalando que también le habíamos preguntado por “la cuestión neofascista” sobre la cual dice que no está claro exactamente a qué nos estamos refiriendo, pero dice que una cosa que le preocupa en ese sentido es cómo está marcando nuestra agenda, fuerzas que se oponen al cambio y a la modificación. Asimismo, se refiere a cómo la cuestión del binarismo, que estamos tratando de desmontar en el género, se impone en los espacios de pensamiento y construcción y cómo frente a ataques grandes, como al uso de ‘palabras ilegales’ -un término que mencionó antes- en cuestión de lenguaje y género, solo nos replegamos a responder al ataque. Lo cual nos hace perder posibilidades de pensarnos desde otros sitios que nos ayuden a dar frutos. 

Ernesto re-abre el micrófono a preguntas. Lara menciona que, leyendo el texto de Brigitte, se pregunta sobre la separación que pareciera hacer entre el campo de la política y el campo de la lingüística. Para ella, si bien es cierto que en buena parte pertenece al campo de la política, también otros niveles de análisis, tales como la psicolingüística y la filosofía del lenguaje, la hacen preguntarse cómo el pensamiento y el lenguaje están entrelazados. Por eso para ella, hay una zona de conflicto en la discusión de si cambiar una palabra cambia no cambia nada. Eso sí, aclara que esta percepción suya puede deberse a que no hemos leído el libro completo, sino solo una sección para esta conversación. Ernesto aporta que los estudios de psicolingüística muestran que la interpretación del masculino genérico en el español es ambigua. Por ejemplo, los hombres lo podrían interpretar más como haciendo referencia a hombres, mientras las mujeres podrían tender a intentar verse como parte de un genérico. De este modo, siempre hay un elemento de ambigüedad y no siempre se entiende 100% de forma genérica. Para Ernesto este es un punto que Brigitte tocó desde el tema de la universalización, lo marcado y lo femenino.

Brigitte responde a Lara. Dice que hay formas de lingüística que son políticas, sin entenderlas como excluyentes. Eso sí, señala que esa frase -del libro- le parecía importante en nuestro contexto, particularmente en su contexto, pues hay una batalla entre si es correcto o no correcto usar las fórmulas que nos dé la gana para nombrarnos. 

«¿es correcto o no es correcto llamarme como me da la gana?»

Para ella se trata de debates que existen constantemente con una Academia de la lengua que nos dice “no es correcto”. A esto, ella no participa tanto en el tema como otras compañeras feministas, pero sí le parece incluso importante que no sea correcto. Pone de ejemplo autonombrarse “marimacho”, que supuestamente “no existe”. Y acá su observación es que esto lo que indica es de qué maneras se han construido las legalidades del lenguaje, pero no significa que ella no pueda usar ese término, que no sea comprensible, o que afecte la función comunicativa e incluso su función reparadora. Aclara que este es el sentido en el que viene la frase a la que hizo referencia Lara. Para ella el debate sí pertenece al campo de la política y que la lingüística desde ahí puede aportar una mirada política a ese debate, pero que no pertenece al campo de la lingüística no política; no pertenece al campo de lo correcto vs lo incorrecto, sino que el debate pertenece a otros espacios. 

Lucía le comenta a Brigitte que en el Círculo hemos adoptado un enfoque glotopolítico para el cual la lingüística es política. Menciona ejemplos de procesos de normalización, estandarización y otros similares. Por esto, Lucía no haría la distinción entre una “lingüística no política” y otra “política”, pensando que la lengua es un instrumento político. Silvia comenta que es cierto que prevalece esta mirada glotopolítica y glotofeminista porque muches personas de Indisciplinadxs desde allí, aunque también otras personas lo hacen desde su experiencia vital como las compañeras traductoras e intérpretes. Así que recuerda, aprovechando que Vasallo cita a Rita Segato y Yásnaya Aguilar, el tema de la pluralidad de pensamientos que también hay dentro de nuestra comunidad y cómo hay personas que podrían diferir. 

Daniel Ruiz señala que coincide con lo que decía Lucía, es decir, concibe la lingüística como política, pero le parece muy importante operativamente mantener esa noción de diferencia que menciona Brigitte entre una lingüística que se autodefine como no política (aunque en el fondo sus acciones sean políticas), pues desde ese lugar de enunciación se arma todo un discurso que se pretende apolítico, neutral y eminentemente lingüístico. Por eso le parece que, desde ese nivel de enunciación, incluso la lingüística “no política” tiene mucho por hacer. Retoma la psicolingüística como un buen ejemplo, pues tiene mucho trabajo experimental y herramientas de laboratorio para derribar el mito de lingüistas teóriques sobre un uso genérico al demostrar con datos. Pone el ejemplo de una niña que al pasar frente al “Museo de los niños” (Costa Rica) pregunta a su mamá si ese museo no es suyo, entonces. Opone así la otra lingüística que sí se reconoce y autodefine como política, que asume ese lugar de enunciación con la mirada que comentó Lucía. Aquí retoma la idea de Brigitte de “yo ya no discuto”, pues piensa que no siempre hay que discutir, sino que podemos pasar a la acción, al uso de formas que promuevan cambios con el tiempo.

Victoria toma la palabra y pide a Brigitte si es posible que se explaye con respecto a otros aspectos de su libro con respecto a lo material y lo simbólico, pues le gustó mucho esa discusión. Dice que sobre todo le parece interesante para no quedarnos atrapadxs solamente en esta discusión sobre el lenguaje inclusivo, cómo y si está bien o está mal. Pues le parece que esa discusión nos encierra en “la lengua” y le parece bien pensar lo simbólico, que también está vinculado con el lenguaje pero lo trasciende un poco. También se pregunta por la idea de las herramientas del amo; señala que una de las cosas que hemos conversado muchas veces es cómo en alguno de nuestros países las iniciativas de lenguaje inclusivo vienen más “de abajo” y otras veces son las herramientas del amo, porque vienen del Estado en intentos por hacer algún tipo de política de género mientras hay otras políticas que no suceden. Sus preguntas son cómo podemos recuperar lo simbólico como herramienta sin olvidar que hay herramientas que no pasan por ahí, volver a mirar lo material, y qué otras herramientas podríamos utilizar para disputa en el orden simbólico y lingüístico que no sean las herramientas del amo (aclara que no es el caso de todo el lenguaje inclusivo). Aclara que su pregunta es cómo disputamos en ese terreno de una manera un poco más rebelde que no sea entrar a la discusión de si está bien o mal, o si la norma es buena o mala, si podemos ampliar el campo de lo normativo sin necesariamente rechazarlo de plano.

«¿Quién incluye a quién, adónde y para qué?»

Brigitte agradece la pregunta y repite que está teniendo algunos problemas técnicos para escucharnos. Luego, responde a Victoria, y decide partir por hablar sobre el lenguaje inclusivo, dice que empezó por hacerse la pregunta: ¿quién incluye a quién, a dónde e -incluso- para qué?

 Es la pregunta por la cuestión de la inclusividad, un término que reconoce en temas de género, pero señala que aún así le preocupa por las derivas que ha ido viendo, de cuerpos y sujetos enunciantes que empiezan haciendo una suerte de catálogo de identidades al inicio del discurso. Ella afirma que esa práctica no la incluye en ningún sitio, o más bien, que no quiere que la incluya. Su interés es producir discurso, no que la usen y la capitalicen: ella no tiene interés en que otrxs tomen su discurso (como disidente) o lo construyan por ella, no quiere que la capitalicen. Recupera el ejemplo de que Ernesto nombraba el 28J y dice que en Barcelona les han pasado cosas interesantes, como un concierto que se anuncia como “el concierto LGTBI”, que está organizado (atravesado) por el capital, dice que la L de lesbiana, la T de trans y la I de intersexual estaban “puramente capturadas”, pues las bandas eran únicamente gays y heterosexuales. Allí se pregunta si poner las siglas sin las personas es incluir, poner el fetiche. Se pregunta entonces qué es incluir y qué buscamos de eso. Para ella, esta en realidad no es un lenguaje incluyente sino hiriente. 

También plantea que la palabra “inclusión” le causa problemas, aunque entiende que vamos haciendo pactos del lenguaje. Eso sí, para ella en el tema del lenguaje inclusivo y como lo estamos usando le sigue dando la impresión de que hay algo que está bien y que hay gente expulsada; gente o palabras, o denominaciones expulsadas de ese “buen lugar”. Precisamente su interrogante es si ese lugar está bien, pues es el lugar de un lenguaje normativo, legalizado, correcto, legitimado y construido a partir de los mismos mecanismos de violencia que venimos viendo.

Sobre las herramientas del amo, nos dice que tiene un rompecabezas por el momento entre el texto de Audre Lorde, cuando dice que esas herramientas no acabarán con la casa del amo, pues dice que la frase sigue y afirma que “tal vez nos darán una victoria temporal”. Y afirma que esa victoria temporal no es baladí. Hace una comparación con el asma. Particularmente habla de cómo en una crisis de asma toma cortisona, que es un inhalador que es veneno, pero ella se está ahogando (por el asma) y ese inhalador representa esa victoria temporal. Para ella, la victoria temporal no es algo que deba despreciarse, pues a veces son necesarias. También, afirma que, dado que vamos construyendo procesos, se crea futuro a medida que vamos haciendo. Le gusta poner en diálogo estas ideas con las de Gloria Alzaldúa que dice “yo soy un amasamiento de luz y oscuridad y en mí tanto la luz como la oscuridad toman un significado”. A través de esta autora se pregunta si las herramientas del amo usadas por otrxs siguen siendo esas herramientas o si tienen matices que deberíamos tener presentes. 

Vuelve a la idea de cómo usamos el lenguaje, y puntualiza la pregunta: ¿cómo podemos recuperar el poder sobre eso? Esta es la pregunta desde la que reflexiona Brigitte, y sobre el hecho de que debemos poder explorar las opciones de hacer con él y también las limitaciones, recordando que pertenece a les hablantes (cuando ejercemos de hablantes). Se pregunta por leyes, impedimentos, castigos, y otros aspectos que enfrentamos en espacios como el sistema escolar, pues nos llevan a pensar que el habla no es nuestra así como el cuerpo no es nuestro. Le parece necesario recuperar la propiedad en su versión no capitalista, la agencia en el lenguaje como la agencia sobre el cuerpo. 

Continuando con el tema, señala Vasallo que a ella lo que le interesa es la tensión. Pues al pensar en las herramientas del amo piensa que el sistema no es un resultado, sino el recorrido para llegar al resultado. Dice que el sistema no es una cosa, sino un método para llegar a una meta. Aquí señala que con métodos liberadores llegamos a resultados distintos. Pone el ejemplo de una feminista islámica negra en Estados Unidos que cuenta que en ocasiones usa el velo y va tapada, pues para ella la libertad es tapar el cuerpo en un mercado que presenta a mujeres desnudas, aunque también en otros espacios pueda ser importante para ella no cubrirse el pelo porque tiene un peso en el tema de la racialización. Comenta que el método es contextual y esa es la ruptura y la resistencia al sistema -si acaso-.

Repite que su interés está en esa tensión. Así en cuestión de fórmulas y lenguaje, le interesan las fórmulas que generan sorpresa, disrupción. Y opina que esas formas son capturadas y naturalizadas, tal como pasa con íconos del feminismo: la iconización hace que desaparezca la figura que hay detrás, opina. Señala, entonces, que la tensión es temporal pero es muy interesante mientras dura, pues mientras dura podemos aprender cómo generar tensiones con el lenguaje. Pone de ejemplo de grupos de hombres cis heteros hablando en femenino, pero que siguen siendo los que están en la representación y en el lugar de poder, que no han mudado la realidad. Señala que, no obstante, ese uso del femenino igual genera malestar y da la posibilidad de preguntarnos sobre lo que pasa ahí.

Silvia retoma comentarios del chat sobre el tema. Contextualiza para Brigitte que en Argentina, con el tema de la inclusión y a quién se incluye, también están las etiquetas que ha recibido el lenguaje inclusivo, lenguaje incluyente… Menciona que hay una propuesta de alguien que lo nombró como lenguaje incisivo, pensando en esa incomodidad que causa y ese espacio político para la conversación, ese constante hacer con el lenguaje. Sofía señala en el chat que la etiqueta de “lenguaje incisivo” proviene de Emmanuel Theumer. Lucia aclara que el concepto de lenguaje incisivo no es que sea una etiqueta generalizada. Comenta que en Argentina se le está dejando de llamar “lenguaje inclusivo” para mudarse hacia “lenguaje no binario” (LNB). Dice que al respecto se comparte la crítica que hace Brigitte de que inclusivo implica un adentro y un afuera, con la idea de que hay alguien que incluye y la pregunta por quién tiene la potestad de incluir en el lenguaje. Según ella, en Argentina se va pasando de la idea de incluir a la idea de ruptura. Sobre el lenguaje no binario retoma el concepto de Roberto Bein de “gesto glotopolítico”, pensando que rompe con una norma que además se identifica con una serie de instituciones políticas y comerciales con las que también se busca romper. Esta posibilidad de discusión es lo que ve Lucía, y eso sí se pregunta cómo será en algunos años conforme esa ruptura sea captada por el Estado. 

Este punto abre el debate acerca de la institucionalización del lenguaje. Silvia toma la palabra y pregunta por el tema de la institucionalización. Menciona cómo las políticas van de arriba a abajo y de abajo a arriba… que al institucionalizarse un uso empieza a ir de arriba hacia abajo, pero a la vez siguen existiendo nuevas propuestas de arriba hacia abajo.  Pone de ejemplo cómo una universidad propone una guía de lenguaje inclusivo (arriba hacia abajo) frente a cómo el movimiento estudiantil de la misma universidad incluye más opciones que las que se plantean desde las autoridades. También recupera la idea de Siobhan Guerrero McManus, sobre el hecho de que siempre quedará alguien por fuera, que no se puede representar a todas las personas, que es una idea que también trabaja José del Valle en un texto sobre la política lingüística panhispánica.

Bigitte retoma la palabra. Señala que ahora tiene preguntas para hacernos, por ejemplo, a qué nos referimos en concreto con el término “lenguaje no binario” en fórmula. Lucía responde que es el uso del morfema -e, que cuestiona el binarismo genérico, y que desde la manera que algún grupo lo comprende -en el cual se incluye- esta pasaría a ser la fórmula genérica neutra. Silvia agrega que también existen preguntas que cuestionan qué pasa si esto se convierte en norma (genérico) y puede devenir un elemento invisibilizador también para grupos de mujeres. 

Brigitte señala que no le preocupa tanto que la -e, universalizada, invisibilice grupos de mujeres tanto como que invisibilice grupos de hombres, que está viendo más a menudo cómo al final eso que estamos nombrando vuelve a ser un grupo de hombres cis heterosexuales. Señala que preguntaba lo del no binario para asegurarse de qué es, pues en España no ha visto que se de tanto así en el lenguaje. Señala que en el libro expone “de puntillas” la elección de la palabra “no binario” para la resistencia al término “binario”. Señala que “en términos coloniales le asusta un poco”. Dice que no busca negar las identidades de la gente, sino que sospecha del término porque estamos hablando de un uso no polarizado, pero se pregunta que si algo que se construye como resistencia a lo binario lo podemos pensar como no binario, pues el marco vuelve a ser ese aunque se trate de escapar de los polos. 

Le preocupa la cuestión del no binarismo porque la estamos intentando desmontar en el género, pero la forma de pensamiento eurocéntrica es binaria. Es una forma de pensar, un tema que está perfectamente trabajado desde el pensamiento decolonial. Señala que desmontarlo es un tema bien complejo y no sabe si estamos invisibilizando. Lo que más le preocupa es sobre las existencias fuera del sistema binario, menciona que el género es una cosa relacional y sistémica “que nos cae encima”. Le preocupa que lo binario pasa a ser una categoría dentro del sistema binario, es decir, se trata de una forma de resistencia, pero que surge dentro del mismo sistema, con su lógica. Esta es más bien una pregunta que queda abierta, desde la perspectiva de Brigitte. Dice que no quiere que esta duda se utilice contra nosotres, pero tampoco perder la oportunidad de hablar sobre esto.

Sobre lo no nombrado, le parece que es una frase con mucho éxito pero también es criticable. Pero señala que lo no nombrado también es lo hegemónico. Por ejemplo dice que no se nombra la heterosexualidad, la blanquitud, y cuando se nombra hay escándalo para que deje de nombrarse. Y hay una existencia muy fuerte de elementos que son no nombrados. 

Brigitte también nos pregunta, pensando en que somos de muy diversos contextos entre todas las presentes, sobre la idea de arriba-abajo y abajo-arriba en la universidad. Afirma que en su contexto eso es un arriba o un medio arriba, el abajo es la gente sin acceso a la universidad, pues el movimiento estudiantil en España estaría arriba desde su visión, es la gente que va para arriba. Sofía comenta que en Argentina el acceso a la universidad es público gratuito, por eso si bien hay exclusiones, pues hay gente que tiene que ir a trabajar y tiene otras necesidades, es un poco más inclusiva. También aclara que en Argentina se habla de movimientos estudiantiles secundarios, de formación secundaria. Afirma que este último grupo ha tenido mucha presencia en la cuestión del lenguaje inclusivo, particularmente en el marco de la lucha por la legalización del aborto. Eso sí, concluye Sofía que esta percepción de los niveles depende del contexto.

Ernesto lee el comentario de Yadira Calvo: “tengo un problema con lo de lenguaje no binario porque veo más bien que tiende a borrar el sexo, la lucha de las mujeres no va por ahí”. Ernesto menciona que le recuerda una editorial de un número de una revista o un número especial de una revista de EEUU que era sobre “latinx”, como término étnico no binario inclusivo. Comenta que Lourdes Torres, la editora, señalaba la posibilidad de que se invisibilice una vez más a las mujeres, que “latina” desaparezca en favor de latinx. Ernesto pregunta a Brigitte qué opina sobre esto. Yadira agrega en el chat que, en cuanto a la categoria de sexo, las mujeres han sido subordinadas por nacer mujeres. A esta pregunta Silvia agrega la pregunta de cómo percibe palabras como TERF y cómo este tipo de palabras hasta se convierten en un insulto para silenciar a feministas que desde sus experiencias exponen este tipo de preocupaciones. Al respecto retoma el tema de la pluralidad que plantea Rita Segato y la dificultad con el diálogo respetando esas pluralidades. A Silvia le gustaría si este tema también podría ser comentado por Brigitte.

Para el tema de su comentario, Yadira agrega que hay todo un movimiento muy patriarcal que se está aprovechando de las luchas de las mujeres para lucrar con las pocas ganancias que hemos ido haciendo en las pocas disciplinas en las que participamos. Afirma que cuando las mujeres plantearon el asunto del lenguaje inclusivo lo que quieren es que cuando se utiliza el masculino como genérico muchas no se sienten incluidas y se produce la ambigüedad. Para Yadira, un punto central es que hay un hecho histórico con respecto a la idea de que las personas tenemos sexo, sin que esto sea negar que el sexo también está sometido a temas culturales, pero -para ella- sí hay un asunto biológico que ha llevado a la discriminación de las mujeres por el sexo con el que nacen. Plantea que se discrimina a la mujer sencillamente por ser catalogada como mujer al nacer, y pone como un tema separado el hecho de que existan otras discriminaciones por la identidad sexual. Yadira menciona las tensiones existentes en España y la discusión por ideas del borramiento del sexo. Para ella, se busca reivindicar otras luchas que están muy bien, pero es un riesgo que se borre la de las mujeres como mitad de la humanidad. Su preocupación es que al valorarse esas luchas se invisibilice la lucha que ha sido dada por las mujeres desde hace siglos. En este sentido, dice Yadira, es que le causa molestias la idea de “lenguaje no binario”. 

Ernesto vuelve a dar la palabra a Brigitte para referirse a estos temas. Brigitte agradece a Yadira. Comenta que ella está de acuerdo con la cuestión del borrado, y que no se puede borrar, y que ha habido mucho esfuerzo. Eso sí, señala que al mismo tiempo piensa que puede haber una coexistencia de fórmulas. Para ella, cualquiera de las fórmulas que sea utilizada de forma universal genera borrados constantes y por eso no defiende ninguna de las fórmulas, sino que las usa constantemente todas cuidadosamente. 

“Pienso que puede haber una coexistencia de fórmulas. Por eso no defiendo ninguna de las fórmulas, sino que las uso constantemente todas, además de manera afinada.»

Pone de ejemplo que utiliza la -e cuando el grupo de personas es de género mixto y quiere señalar eso, o si no quiere atribuirle el género a nadie. Por su parte, la -a la emplea cuando cree importante señalar que el grupo de personas se identifica en femenino y la -o cuando quiere señalar que habla de un grupo de hombres. Usa también formas criticadas por supuesta ilegibilidad, como la -x y la -@, el desdoblamiento y las fórmulas como “persona”. Le parece que el problema central es el masculino como universalizado, por lo que implica el masculino y por lo que implica su universalización, que remite a un mundo pensado en masculino, masculinizado.

En este punto Vasallo retoma a Rita Segato, particularmente su diferenciación entre binarismosy dualidad. Y señala que esto aparece también en Alzaldúa: el patriarcado y la dominación masculina cambian contextualmente e históricamente. 

Brigitte retoma la idea del sexo biológico y que se nos discrimina desde el nacimiento, y agrega “incluso antes de nacer”. Para ella la distinción entre sexo y género es un espacio minúsculo donde se equipara tener unos genitales con ser mujer. Señala que ahí es donde al sexo biológico se le coloca encima una capa del género. Pone de ejemplo las ecografías y cómo se le pregunta a la gente si quieren saber si es “niño o niña”, en lugar de otras preguntas que podrían hacerse. También da el ejemplo de las app de citas, donde la primera pregunta es el género de la gente que una busca. Le llama la atención porque para ella serían más importantes muchos otros temas antes que este. Lo que le sorprende es que tenga tanta trascendencia. 

Sobre el tema de la discusión en España por el tema del borramiento del sexo, Brigitte prefiere no referirse al tema en forma pública por un aspecto de salud mental. Sí señala la urgencia y responsabilidad de proteger a las mujeres trans como grupo vulnerabilizado. Menciona la complejidad del tema y también que hay elementos de crueldad en las dos partes de la discusión. En el chat, en la línea del tema biológico Yadira aclara: “No intento menospreciar las luchas de otros grupos, ni creo que decir que el sexo biológico es la partida de la discriminación, sea determinista. Es un hecho innegable. Todas las luchas sociales tienen importancia. Pero la discriminación contra las mujeres lleva miles de años”. Para aclarar sobre la complejidad del tema del sexo biológico, Lucía comparte información sobre biología disidente, particularmente la referencia a María Lemiras. Brigitte concuerda con el comentario de Yadira de no menospreciar las luchas. Dice que ella lo lleva al tema del lenguaje en cuestión de no menospreciar una fórmula que recoja la discriminación contra un grupo por otras formas que también evidencian la discriminación a otros grupos.

En este punto Brigitte propone otro hilo de conversación. Aquí nos habla de cómo nos fijamos en el tema de género porque está marcado en el lenguaje y se pregunta por otras cuestiones como el racismo y el clasismo, que es en lo que ella ha buscado enfocarse. Le preocupa la reducción de la discusión a cómo usamos o no una letra.

Enseguida, Félix hace dos preguntas que copia en el chat: “1) ¿Cómo ves el asunto de la enseñanza de ‘lenguaje inclusivo’ en la escuela en general, incluyendo la clase de lenguas adicionales («extranjeras»)? 2) ¿Cuál es tu percepción sobre la adecuación de uso del ‘lenguaje inclusivo’ a personas que usan/se identifican con códigos no binarios?”. 

Dice Brigitte que la segunda ya la habíamos estado hablando ampliamente. Sobre la primera vuelve al tema que hablaba al principio. Parte de sí, diciendo que con ser charnega quiere decir que es la primera persona catalana de alguien que viene de una familia de otra región. Nos comenta la experiencia de su familia gallega y el peso de la frontera nacional de Cataluña, que tiene una fuerte carga de subjetividad. En el colegio enseñan aspectos pero es solo una vez al año. Le parece interesante el hecho de que exista un marco semiabierto.  Sobre la letra, se pregunta de que sirve mientras otros temas siguen siendo ocultos, y las personas LGTBI, por ejemplo, parece que vivieran en otro planeta. Un tema muy importante que trae a colación, y que vemos en su libro, es la promesa de felicidad que se nos hace. En resumen, dice que le parece bien como método, pero que desde su perspectiva no le resuelve mucho.

Félix agradece a Brigitte por su respuesta y por el texto que le ha gustado muchísimo. Comenta que piensa que hay más tensiones que vendrán. Le parece importante el tema de pasar el esencialismo y la idea de la verdad. Menciona el tema de la ilusión de consenso. En línea con la idea y pensando en los retos de la pluralidad en espacios comunitarios como Indisciplinadxs, con respecto a la verdad y lo real -en la manera que se presenta en el libro- Silvia se pregunta cómo podemos deconstruir la idea de la verdad, que incluso dentro de los feminismos hay diversos asuntos, por ejemplo intergeneracional u otros aspectos que se entrecruzan y cómo entonces se dan luchas por “cuál es la verdad de lo que deberíamos pensar” y “la forma final que debería tener la comunidad”, por eso la pregunta es cómo nos deconstruimos incluso nosotras como grupo para entender que también está lo real, de las diferentes formas de estar. Su pregunta es cómo podemos aplicar esta idea de la verdad vs lo real que aparece hacia el final del libro. En esta línea se preocupa por posibles posiciones conflictivas dentro de la pluralidad, por ejemplo, la clasificación y etiquetado de alguna autora como TERF, por citar a una persona específica. Le preocupa cómo estos tipos de prácticas de cancelación pueden resultar problemáticas en la pluralidad. 

Brigitte empieza recuperando la idea de que incluir no es nombrar. Si se habla de fórmulas para incluir personas específicas, eso no es incluir, es nombrar. Para Brigitte hay una pregunta entre cómo nombrar y cómo incluir en el discurso. Sobre la ilusión de consenso, dice que le parece muy interesante y que hemos perdido la decisión sobre el consenso. Esto, debido a que hay instituciones que lo hacen por nosotrxs. Por ello, plantea que ninguna fórmula nos puede representar si no queremos que nos represente, dice. Pone de ejemplo su identificación con la palabra ‘mujer’ y porqué se autodefine “marimacho”, porque genera extrañamiento sobre su género. Ella dice que la palabra ‘mujer’ la elige como categoría política, pero la palabra mujer la vincula a otras mujeres y luchas históricas. Eso sí, no se siente representada según quien se la diga. Le parece un problema que sigamos buscando una palabra mágica. 

«Hemos perdido la noción de lenguaje como consenso porque hay instituciones que se han puesto a hacer castillos sobre eso. Ninguna fórmula me puede representar si no quiero que me represente. La búsqueda de una palabra mágica es parte del problema. Sigue reproduciendo el método que ya hemos visto que no nos funciona. Hablamos como podemos. Vamos haciendo» -dice. 

En cuanto a si una palabra nos define. Para ella el problema sería si tras afirmar a alguien que una manera de nombrar la encontramos ofensiva y que siga usándola. En esto tiene mucho cuidado, porque en realidad hablamos como podemos y vamos haciendo. Sobre el tema de autoras que de repente tiene un ejemplo que “me explota la cabeza porque ya no es del grupo” o es una cosa que consideramos violenta y que entonces todo es terrible. Brigitte menciona que eso tiene que ver con algo que ella llama “la cultura del mesianismo” que está relacionado con el personalismo, y que es una cuestión capitalista y colonial: ese capitalismo que nos pide destacar, pero no demasiado, ser deseadxs y deseables. Habla de las dificultades que nos genera trabajar con alguien que no nos agrada, pero la ve como una dificultad salvable. ¿Y por qué mesianismo? Porque también el sistema capitalista implica esta idea de ser admiradxs y/o de admirar. La fórmula que el capitalismo tiene para un grupo como el nuestro (letradxs que trabajamos el mundo de las ideas), que trabajamos la abstracción, el capitalismo nos tiene reservado ese mundo con el objeto de producir ideas con aspiración de verdad (publicar-producir). El capitalismo nos exige que inventemos fórmulas, dice Brigitte, así como también se inmiscuye en otro tipo de fórmulas del feminismo, borrándolo o neutralizándolo. 

«Las disidencias tienen que convivir… De qué maneras podemos ir más o menos sumando».

Según Brigitte en el lenguaje lo que buscamos son fórmulas que nos hagan menos daño, pero a la vez tenemos ese “monstruo” forzándonos a producir. No podemos olvidarnos que seguimos presionadas e interlazadas con diferentes formas que nos obligan a producir o relacionarnos con el poder de distintas maneras.

Daniel pregunta sobre la relación de cómo Brigitte ha manejado la posibilidad de  autodenominarnos con la relación histórica de una palabra, como “charnego” y su resignificación. Pone ejemplos del uso de la palabra “negrx” o “indígena” en sitios de América Latina. Brigitte contesta a Daniel. Menciona que ella ha resignificado las palabras que han sido insultos para ella, en palabras positivas para referirse a sí misma. Pero también ocurre que hay personas que se sienten violentadas si ella las llama así “marimacho” “boyera”, etc. En este sentido, el “ejercicio de poder” que ella hace consigo misma resignificando los insultos que alguna vez recibió, de todos modos son fórmulas complejas que puede hacer daño a otrxs. Con respecto a esto, Brigitte plantea que la comunidad disidente debe aprender a convivir con estas palabras y violencias.

Agradecemos muchísimo la conversación con Brigitte. Ha sido un placer poder compartir preguntas, comentarios, ideas en la disidencia. Finalmente una de las compañerxs comparte un poema en el chat: Por qué el asterisco.

Presentes.  Alita Steinberg. Carolina Benjumea Herrera. Etzel Hinojosa. Félix González. Daniel Ruiz-Chaverri. Josh. Lara Solórzano. Lu Niklison. Maia Milman. Marta Cerón. Montserrat Casasola Romero. Natalia Villarroel Torres. Nicaela León. Nor Loto. Olinda. Paula Salerno. Sofia Dem. Sylvia Falchuk. Verónica Viera Izeta. Victoria Furtado Alonzo. Yadira Calvo. Marta Cerón. 

Autorxs

Perfil | Publicaciones

Natalia es chilena, licenciada en Lengua y Literatura Hispánica con mención en lingüística (2014), y magíster en Lingüística Española (2017), ambos títulos obtenidos en la Universidad de Chile. También cursó un diplomado en Docencia Universitaria en la Universidad Central del mismo país (2019), y actualmente es estudiante del programa Latin American, Iberian and Latino Cultures en The Graduate Center (CUNY), New York.

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Silvia es estudiante del doctorado en Latin American, Iberian and Latino Cultures en The Graduate Center (CUNY). Cursó el certificado en Interactive Technology and Pedagogy en la misma institución. Tiene una Maestría en Lingüística y un Bachillerato en Filología Española, ambos por la Universidad de Costa Rica. También se dedica a la narrativa visual y la ilustración.